Una maestra practicante relata cómo llegó a Blair
Con un marcador en la mano y un libro en la mesa, una joven está sentada en la oficina de lenguajes, escudriñando el texto en el que se concentra.
Al ver el libro más de cerca, se puede ver el resultado de horas de esfuerzo dedicado al estudio de esta joven. En los pasillos, muchos la confunden por ser otra estudiante, quizás una alumna nueva en su último año. Durante las horas de clase, se puede escuchar su voz hasta en los pasillos mientras que enseña a un grupo de alumnos a decir "Uno, " y "¿Cómo está?"
Para sus familiares y amistades, es conocida como Brenda, pero para los estudiantes de Blair, es mejor conocida como Señorita Barrera.
Barrera es una maestra practicante de español que viene de la Universidad de Maryland. Está acá para poner en práctica lo que está aprendiendo en la universidad y además, para ayudar a los estudiantes de los primeros niveles de español de Blair.
Al igual que Barrera, muchos maestros practicantes vienen a Blair para desarrollar sus habilidades como maestros. Pero en este caso, hay algo significativo que distingue a esta maestra practicante de los demás. Barrera ha tenido que enfrentar muchos obstáculos, al igual que muchos estudiantes latinos de Blair, para sobresalir en este país. De la misma manera que Barrera, hay muchas personas extranjeras que vienen a este país sin saber qué esperar pero deseando encontrar mejores oportunidades.
En la comunidad de Blair, los estudiantes y sus familias recurren a las ayudas locales como Casa de Maryland. Esta organización ofrece servicios como clases de inglés, ayuda para encontrar empleo, consultas con abogados, y servicios sociales. Según el coordinador del centro en Silver Spring, Néstor Alvarenga, Casa de Maryland tiene el "motivo de mejorar la situación de [la] comunidad," para que los inmigrantes "tengan un mejor estatus en su vida y en la sociedad." Alvarenga agrega que el centro de Silver Spring recibe un promedio de 150 visitas al día. Al año, vienen hasta 25,000 personas entre el centro de Silver Spring y "La Mansión" en Langley Park. Gracias a las organizaciones como Casa de Maryland hay personas como Barrera que han podido empezar una vida mejor de lo que tenían en su país.
Niñez
Barrera creció con una educación interrumpida en El Salvador. Empezó a asistir a la escuela cuando vivía en el campo con sus padres y abuelos. En contraste a los Estados Unidos, en su país ella tenía que caminar una distancia larga para llegar a su escuela primaria. Sin embargo, eso no la detuvo de asistir a la escuela y ser la mejor estudiante de su clase.
Su situación se puso más difícil cuando sus padres se tuvieron que venir a los Estados Unidos, dejándola con sus abuelos en El Salvador. Aun con una relación estrecha con sus abuelos, Barrera sentía que le faltaba algo más. "No es lo mismo vivir con los abuelos que tener a tus padres junto contigo," recuerda Barrera.
Como cualquier buen estudiante, perseveró en sus estudios a pesar de los obstáculos que tuvo que enfrentar desde tan temprana edad. De niña aspiraba ser doctora, abogada o cualquier otra profesión socialmente muy respetada. Ella afirma "ser una perfeccionista maniática" y haber tenido una "obsesión" por sacar buenas calificaciones.
Desafíos
Al venir a los Estados Unidos a los quince años, se encontró con el desafío más grande de su vida: aprender inglés. Ella confiesa no haber sabido lo mínimo, "ni como decir 'Hi'". Esta dificultad la impidió mantener la posición de primera en la clase y participar de la manera que lo hacía antes. A los que nunca han estado en una situación parecida, ella pregunta con lagrimas en los ojos, "¿Pueden imaginarse ser una niña de querer solo ser la primera en la escuela y venir aquí, y estar en la clase sin entender nada? "
Aunque ella tuvo problemas con el inglés, ella decidió esforzarse más para aprender y con el tiempo obtener su título. Lo que la motivó a ella siempre, al igual que a su familia, fue el no darse por vencida. Ahora que está en el proceso de sacar su maestría, revive los sentimientos de su adolescencia diciendo, "recuerdo volver a casa llorando, diciéndole a mi mamá que quería volver a El Salvador." Sin embargo, no saber el inglés no fue algo que le impidió salir adelante en sus estudios. Al contrario, gracias a los maestros y a su dedicación, pudo alcanzar sus metas que en cierto momento pensaba no ser posible.
Ayuda
Una de las maestras que la ayudo fue la Sra. Ruopp del Departamento de ESOL. Ruopp la conoció por primera vez en la escuela secundaria Kennedy en septiembre del 2001. Cuando Barrera recién llego a la clase de historia (ESOL), Ruopp notó que "era muy estudiosa y muy lista," agregando que "obviamente estaba ansiosa por aprender." Cuando la ve enseñar español aquí en Blair, Ruopp se siente segura de que como maestra practicante, Barrera proyecta a sus alumnos una seguridad que no ha cambiado desde la escuela secundaria. Ruopp recuerda que Barrera "siempre ha mostrado sosiego determinación y calma" que ahora trata de infundir a sus estudiantes.
La ayuda de profesores como Ruopp la motivó a ser una ayudante de maestro durante su ultimo año de la secundaria porque quería ayudar a sus compañeros que sentían la misma frustración que ella sintió en una etapa de su vida. Ser ayudante de maestro la enseñó lo que ella quería ser en el futuro: maestra. "Me nacía del corazón," dice Barrera, al recordar el gran sentimiento de satisfacción que experimentó al ver a sus compañeros lograr sacar buenas notas como ella.
Los estudiantes de hoy pueden acudir a diferentes fuentes de ayuda para emular el éxito de Barrera. Casa de Maryland ya ha ayudado a muchos latinoamericanos por medio de servicios comunitarios y están en el proceso de mejorar los beneficios que recibe la comunidad. Según Alvarenga, la organización está intentando desarrollar un programa que da becas a los estudiantes latinos. Barrera afirma que "solo basta preguntar, solo basta dar el primer paso, y siempre van a haber personas que te quieren ayudar."
Michelle Chavez. More »
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