Saliendo a almorzar


Nov. 6, 2006, midnight | By Alexandra Ralph | 17 years, 6 months ago

El aprendizaje adopta una forma rara en Blair


Escrito por Lois Bangiolo, Redactora en línea

Donde sólo aparecen nombres primeros, los nombres han ido cambiado para la protección de las identidades de los fuentes.

Ha tocado el timbre para empezar el almuerzo. Pero en vez de dirigirse al SAC, sacando su almuerzo o esperando en la línea de la cafetería, Amy, una estudiante del duodécimo grado, camina recto a través de la puerta de Colesville. Sin consideración de la política de Blair de almuerzo cerrado, Amy sale del campus hacia McDonald's arriesgándose a una suspensión por sólo un mordisco de libertad y comida "rápida."

"En la hora del almuerzo, creen que te vas a la cancha," dice ella. "Y luego, sigues caminando."

Desde que Blair se mudó a su nueva ubicación en el año 1998, el almuerzo abierto se ha prohibido por el tráfico peligroso en el área. Para llegar a McDonald's o a Starbucks, los alumnos tienen que cruzar por lo menos una de las dos avenidas principales, la University Boulevard o Colesville Road, las cuales tienen una corrida constante de tráfico pesado. Pero algunos Blazers son muy solícitos para cruzar las rutas transitadas para comprar comida de una variedad de restaurantes de comida "rápida" que se encuentran en el área. Blair no está solo en su restricción de almuerzo, la mayoría de escuelas secundarias del condado de Montgomery tienen políticas de almuerzo cerrado.

Hambrientas por McDonald's

Algunos Blazers se escapan porque la comida de la cafetería no les apetece. "La comida de la escuela es tan mala," dice John, un estudiante del duodécimo grado. "He recibido leche pasada de sabor frutilla tres veces. Es sólido; uno siente los granitos."

Antojando algo un poco más apetecible para el almuerzo de vez en cuando, John se acuerda de haber ido con sus amigos manejando desde el campus para buscar comida más a su gusto, no solamente en el área cercana de Four Corners pero en el centro de Silver Spring.

Desde el segundo semestre del año pasado, Amy ha estado escapándose durante el almuerzo. Ella reporta que no es la única que tiene aventuras fuera del campus y que se escapa. "Muchos niños lo hacen, y lo hacen a menudo," dice ella. "Es bastante fácil lograrlo."

Amy y sus compatriotas Blazers dicen que han podido escapar del campus sin esfuerzo en frente mismo de los guardias de seguridad y que en su opinión no les interesa o no se fijan. Amy se acuerda de caminar en frente de un guardia de seguridad y de un policía que estaban parados en frente del edificio sin que se fijen en ella. "Ellos no dijeron nada," recuerda ella. "Por mucho tiempo, parecía tan fácil, yo pensé que nunca me iban a agarrar."

Pero el día después de escaparse sin que se fijaran, un guardia de seguridad en bicicleta patrullando el campus le paró a ella y a su amiga. Él demandó sus cédulas de identidad y mandó a Amy a la oficina del administrador.

El castigo por haber escapado del campus de Blair sin permiso es un día de expulsión temporal fuera de la escuela, y un contrato firmado diciendo que el alumno ya no se va a escapar más sin permiso.

A pesar de su castigo, Amy todavía se escapa de tanto en tanto a McDonald's o a Four Corners, pensando que fue principalmente mala suerte que la agarraron ese día. "Había una maestra en el McDonald's ese día," quién, reconociendo que había muchos alumnos de Blair ahí, piensa Amy, "llamó a la seguridad y les dijo que estuvieran pendientes de los alumnos de Blair que venían regresando a pie." Excepto esa ocasión solitaria, Amy ha podido salir y regresar sin esfuerzo.

John, al contrario, ha abandonado sus escapadas de mediodía por otra razón: hay alguien que está dispuesto a hacerlo en su lugar.

Tomando un riesgo para unas ganancias

Como muchos otros alumnos que se escapan durante el almuerzo, Max, un estudiante del duodécimo grado, no le gustaba la comida de la cafetería. Al principio de su tercer año, cuando recién consiguió un auto, empezó a salir para el almuerzo. Muy pronto, sus amigos le empezaron a pedir que le trajeran un poco de comida para ellos también.

"Tomaba pedidos, pero eso se complicó demasiado," dice él de los pedidos de sus amigos.

Ahora simplemente trae una bolsa de hamburguesas para vender de un restaurante de Silver Spring; un hambre de mediodía que se ha vuelto en un gran negocio de tanto éxito que a menudo el vende todo cada vez que trae comida. A veces, dice él, que hasta ni tiene comida le sobra para su propio almuerzo.

Max contaba que una vez un cliente estaba tan desesperado por una hamburguesa que le ofreció doble el precio que le pedía. "Una vez tenía una última hamburguesa y se la iba comer, pero [un Blazer] la quería demasiado. Me pagó diez dólares," mucho más del precio que él suele cobrar, él dice. Aunque él suele comprar cerca de 30 hamburguesas, aún vendió todo la vez que trajo 60.

Treinta hamburguesas no caben muy bien en una sola mochila, así que Max suele tratar de traer un amigo con él para ayudarle a traer las hamburguesas a la escuela sin que nadie sospeche. Si los guardias de seguridad andad por ahí, él espera que se vayan o entra por otra entrada.

"Sólo salgo caminando y regreso caminando," dice Max, explicando la facilidad de escaparse y de regresar a Blair. Es más fácil salir, dice él, porque la seguridad piensa que él se va por el resto del día, como muchos alumnos hacen al principio del almuerzo que tienen horarios de mitad del día.

Llegando de vuelta a la escuela, a veces los clientes le acosan, ambos amigos y gente quienes ni les reconoce. Aunque él escoge un sitio fuera del camino para venderlos (cualquier lugar donde las guardias de seguridad no se encuentran ese día), él dice que la reunión repentina es un poco desconcertante. "A veces me vuelvo un poco nervioso porque hay mucha gente y eso atrae la atención," dice Max. Él teme que grupos grandes de alumnos atraerán las guardias de seguridad si piensan equivocadamente que hay una pelea.

Con el negocio popular de Max vienen las ganancias. Él calcula que ha ganado unos doscientos dólares desde que empezó a vender hamburguesas en su tercer año. Tiene una ganancia de 75 centavos por cada hamburguesa que vende, comprándolas por $2.25 y vendiéndolas a Blazers por $3.

Aún con la popularidad de su negocio, Max igual tiene sus periodos lentos, pero no duran mucho. El viernes pasado, tuvo dificultad vendiendo durante el almuerzo A, pero al llegar al almuerzo B, las hamburguesas muy pronto desaparecieron. Como no tiene una clase el quinto periodo, Max puede vender ambos almuerzos si le sobran hamburguesas.

A través de sus visitas frecuentes al restaurante de comida "rápida," él ha establecido una relación con los empleados. "Me conocen ahí," dice él. "Me dan extras y un descuento. [El año pasado] yo fui su mejor cliente."

Max calcula que él sigue siendo uno de sus mejores clientes aunque el rigor del último año ha limitado sus viajes diarios a una o dos veces a la semana. Su reducción en viajes ha causado quejas entre sus clientes regulares. "Algunos se quejan que pasan hambre porque no les gusta la comida de la escuela," dice Max.

Aunque Max dice que se puede poner un poco nervioso cuando entra o sale de la escuela, él siente que el riesgo de que le agarren no es nada en comparación a las ganancias que le han resultado. Así que mientras tiene el tiempo, él continuará vendiendo las hamburguesas a los Blazers hambrientos por más que la comida que ofrece la cafetería.




Alexandra Ralph. Alex Ralph es mitad paraguaya, mitad gringa (jaja) y está en su cuarto año en Blair. A ella le encanta jugar frisbee y vivir en el momento. Este año escolar su meta es que más hispanohablantes se enteren de la existencia de la Página y … More »

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